lunes, 25 de agosto de 2008

Manifiesto vs Manifiesto, de Susana Torres Molina y Marcelo Mangone.

Un infinito sin verdades

Un hombre de edad avanzada permite la entrada al espacio que conglomera diversas artes. Las mesas y la barra están ocupadas por consumidores/espectadores aún no identificados. Faltan cinco minutos para el horario estipulado del comienzo de la función. Se empieza a divisar a los que asistirán a la representación debido a la formación de la respectiva fila para adentrarse, por orden de llegada, a la sala.

El tic tac de un metrónomo organiza el ingreso del público que estratégicamente va eligiendo su silla. El escenario está compuesto por un tubo de oxígeno, dos televisores, cinco sillas con rueditas, un velador y una mesa.
Durante el transcurso de la obra se completará con la utilización del cuerpo de los actores como maniquíes escenográficos, cuando otro de sus compañeros lleva la voz de mando. Este es un hecho peculiar: los directores han decidido representar el binomio cuerpo/ arte de modo recitado, en muchos momentos de la obra. A partir de anécdotas, se plantean las expresiones, funciones y necesidades del cuerpo.
Procesos naturales (vida y muerte), alteraciones químicas (drogas y anabólicos), acciones placenteras (hacer el amor, reír y comer), y situaciones dolorosas (violencia y abandono). Diversas alteraciones físicas sobre nuestro soporte.

Preguntas como: ¿El cuerpo es arte? ¿El arte es creado por el artista?, permiten prorrumpir a Rudolf Schwarzkogler, representante del Accionismo Vienés :movimiento artístico que ejercía la violencia radical como estética a través de las manifestaciones públicas (performances). En la obra, el medio audiovisual nos permite ver algunas de ellas, como así también a un psicólogo que las descalifica como hechos artísticos. Además se intercalan imágenes de los actores en estados corporales tanto betas como alfas.

Un gran compromiso y concentración constante de los intérpretes. Tres energías en voces y cuerpos heterogéneos pero muy agradables en conjunto debido a esta diversidad.

Nada se establece, convive siempre la dialéctica, convergen las dos opiniones opuestas respecto de un tópico: Manifiesto vs Manifiesto.

El sonido constante de un metrónomo, organiza el egreso del público. Las mesas y la barra están ocupadas por consumidores que observan a los espectadores retirarse de la sala. Un hombre de edad avanzada permite la salida del espacio, el círculo se abre.
Roberta De Biase, para Los Restos del Naufragio

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