"Como Blanca diosa", la nueva puesta del prestigioso director Hugo Urquijo, en el Teatro del pueblo.
De New Orleans a Banfield.
De como Blanche Dubois devino Ema/Rosa
La música de Sandro. Tal vez hablar de Sandro sea lo más apropiado. Éxitos de fines de los sesenta. La candidez de los años del amor, de la experimentación, del mayo francés y un mundo que se sacudía. Con estas marcas, Daniel Dalmaroni nos introduce a un viaje por la añoranza (¿locura? ¿bipolaridad?) de una mujer fanática de un ícono devenido en prócer de la música argentina.
Una planta escénica acorde, despojada; un espacio donde predomina el rosa. Todo es rosa y rosado. Ema también. Es Rosa. Rosa por casualidad y causalidad.
Como blanca diosa es la historia de un amor ideal, la locura del amor de una mujer por un hombre idealizado. Una estrella. "¡Stella de estrellas!" gritaba de alegría Blanche Dubois cuando llega a visitar a su hermana, quien podría ser Milvia (Cecilia Dopazo) para la ocasión.
Amor enloquecido y sufriente el de Blanche, amor de admiración y sobria bipolaridad el de Ema/Rosa.
La universalidad del Arte, del teatro en la acción, en clave de comedia en la obra de Daniel Dalmaroni, con la medida y filosa impronta de Urquijo.
Comedia y tragedia unidas por una manía. La manía del amor, de la búsqueda del amor ideal en el seno de dos parejas cotidianas, "de barrio".
¿Una relectura de A streetcar named Desire (Un tranvía llamado Deseo) o una parodia de la locura que embarga a la mujer que se siente sola en compañía, sojuzgada por el matrimonio burgués, que prefiere la "seguridad" de la institución a la soledad?
Acertadamente, las canciones de "Sandro de América" puntúan la obra, en consonancia con su desarrollo, "un mundo de vibraciones" de ensueño, "de sensaciones" que pululan en derredor, como un fantasma de alegría, pero que en definitiva nunca se desvanece, pero tampoco se concreta.
La decadencia de Blanche revisitada en Rosa, amargamente alegre, ilusa, raptada por extraterrestres, bipolar, con humor negro, con Graciela Dufau conducida magistralmente y un elenco acorde y muy bien acoplado.
Fanatismo, locura, en una búsqueda universal que "conduce a la dulce pena de sufrir", el encuentro de la felicidad.
De como Blanche Dubois devino Ema/Rosa
La música de Sandro. Tal vez hablar de Sandro sea lo más apropiado. Éxitos de fines de los sesenta. La candidez de los años del amor, de la experimentación, del mayo francés y un mundo que se sacudía. Con estas marcas, Daniel Dalmaroni nos introduce a un viaje por la añoranza (¿locura? ¿bipolaridad?) de una mujer fanática de un ícono devenido en prócer de la música argentina.
Una planta escénica acorde, despojada; un espacio donde predomina el rosa. Todo es rosa y rosado. Ema también. Es Rosa. Rosa por casualidad y causalidad.
Como blanca diosa es la historia de un amor ideal, la locura del amor de una mujer por un hombre idealizado. Una estrella. "¡Stella de estrellas!" gritaba de alegría Blanche Dubois cuando llega a visitar a su hermana, quien podría ser Milvia (Cecilia Dopazo) para la ocasión.
Amor enloquecido y sufriente el de Blanche, amor de admiración y sobria bipolaridad el de Ema/Rosa.
La universalidad del Arte, del teatro en la acción, en clave de comedia en la obra de Daniel Dalmaroni, con la medida y filosa impronta de Urquijo.
Comedia y tragedia unidas por una manía. La manía del amor, de la búsqueda del amor ideal en el seno de dos parejas cotidianas, "de barrio".
¿Una relectura de A streetcar named Desire (Un tranvía llamado Deseo) o una parodia de la locura que embarga a la mujer que se siente sola en compañía, sojuzgada por el matrimonio burgués, que prefiere la "seguridad" de la institución a la soledad?
Acertadamente, las canciones de "Sandro de América" puntúan la obra, en consonancia con su desarrollo, "un mundo de vibraciones" de ensueño, "de sensaciones" que pululan en derredor, como un fantasma de alegría, pero que en definitiva nunca se desvanece, pero tampoco se concreta.
La decadencia de Blanche revisitada en Rosa, amargamente alegre, ilusa, raptada por extraterrestres, bipolar, con humor negro, con Graciela Dufau conducida magistralmente y un elenco acorde y muy bien acoplado.
Fanatismo, locura, en una búsqueda universal que "conduce a la dulce pena de sufrir", el encuentro de la felicidad.
Audio de nuestra emisión del viernes 25/7
Juan Lucas Tossard, para LRN
Ficha técnica
Actores: Ricardo Talesnik, Cecilia Dopazo, Graciela Dufau, Néstor Caniglia (Lionel Campoy)
Autor: Daniel Dalmaroni ; Prensa : Simkin & Franco; Asistente: Andrés Giardello; Producción: Jorge Dyszel; Asistente de dirección: Melisa Melcer ; Dirección: Hugo Urquijo.
1 comentario:
Hola a todos los que hacen posible que los viernes a la noche pasemos unas cuantas horitas entretenidas...desde el otro lado del Rio, les envio un calido abrazo y un beso charrua...sigan asi, que aqui les hacemos el aguante con todo...La charrua
Publicar un comentario